Los procesos marcan nuestras vidas. Son los que nos permiten, con dedicación y esfuerzo, seguir progresando; entendiendo que el laberinto al que nos enfrentamos en forma permanente nos puede hacer dudar sobre como proseguir en la vida, pero lo que debemos afrontar es hacernos cargo de los “mientras tanto” para disfrutar de lo que sigue.
En esta carrera de vallas permanente; donde, sin dudas, podemos tropezar, nuestra opción es aprender para continuar ganando, hasta el próximo desafío que se encuentra a la vuelta de la esquina. La falta de preparación nos expone a no tener las herramientas necesarias para afrontar lo que no controlamos, ni lo que podemos controlar. La falta de previsión expone.
En “Procesos del Segundo Tiempo”, los protagonistas comparten sus experiencias, que nos permiten seguir aprendiendo; generando disparadores en nuestras vidas para capitalizarlos en nuestros proyectos.
El “¿y ahora qué?” de cada uno, el planteo sobre “¿qué queremos ser cuando seamos grandes?”, el cuestionamiento sobre “¿por qué creemos que es así?”, nos confirma que no existen las batallas perdidas, si estamos dispuestos a seguir creciendo y convertirnos en profesionales de la vida. Recorramos los procesos necesarios para ir obteniendo el placer de aprender. Lo que viene está lleno de incertidumbre y el desafío es crecer. Los procesos nos obligan a tener la actitud para lograrlo.
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