Ante la aparición de un problema, tenemos que tomar una decisión.
Este es el momento en que estamos obligados a decidir para avanzar.
Todo es dinámico y para seguir creciendo hay que pensar y hacerse cargo.
Evaluando las distintas alternativas posibles y estableciendo reglas que estructuren nuestro proceso de toma de decisiones.
Siempre de acuerdo a nuestras prioridades y a nuestra filosofía de vida.
Pensar nos permitirá flexibilizar nuestros puntos de vista y descubrir nuevas opciones y soluciones a un problema.
Analizando consecuencias posibles sobre nuestras posturas seremos capaces de evaluar y proyectar versiones diferentes sobre una misma situación.
Siempre podemos tomar la decisión de “no tomar ninguna decisión”, esperando el milagro… Muchas veces “ese” es el peor camino.
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