¡Hasta el infinito y más allá!
En una misión de reconocimiento llevada a cabo por un grupo de juguetes, encabezados por el vaquero Woody, para identificar los obsequios recibidos por su dueño, Andy; con motivo de la fiesta de su séptimo cumpleaños, empiezan los conflictos; rivalidades, sentimientos de frustración, odios, envidia, amenazas, etc…
Todo termina cuando Andy, deja olvidados a sus juguetes “por accidente”.
Se plantea la amistad y las relaciones entre “los actores” y también se incorporan temáticas como la desilusión, la crisis existencial y la depresión.
Los juguetes, en la película, descubren que todo lo que saben del mundo no es verdad, los recuerdos son falsos, las convicciones erróneas. El juguete de Andy es “un autómata”, fabricado de metal y plástico, cuyo único propósito es divertir a sus creadores.
Woody, no es el héroe que asumió que era.
Después de todo, los niños crecen eventualmente y la infancia no dura para siempre.
Lo nuestro es diferente. Nuestra difícil tarea y nuestra obligación, con nosotros mismos, es entender nuestras expectativas acerca de nosotros mismos, en lugar de cumplir las expectativas de otros sobre nosotros.
Es nuestra responsabilidad actuar al servicio de nuestro auténtico yo.
En ocasiones, esto significa renunciar a la necesidad de complacer a otros, renunciar a la necesidad de la aprobación de los demás.
El responsable número 1 es el Actor.
Es quien tiene que desear y trabajar para que sus sueños se cumplan.
¿Cuántos factores dependen de mí?
Muchos. No todos, pero sobre los controlables puedo planificar.
La motivación de la persona que está en la cancha, jugando el partido,
es decisiva y sobre eso, cada uno es responsable en tomar la decisión.
No puede finalizar la situación orientada en la satisfacción en el corto plazo.
Es obligación pensar en el mediano y largo plazo y es fundamental proyectar basándose en el desarrollo personal y profesional.
Tengo motivaciones propias, y quiero ser el protagonista, no actor de reparto.
Las condiciones en el corto plazo pueden ser muy, muy tentadoras;
pero no pensar en él después es no quererse, es no valorarse.
¡Hasta el infinito y más allá!
Aspiremos a soñar en grande.
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